lunes, 12 de abril de 2010

La Vanguardia o viaje al centro del alma.



Este lugar perdido en el noroeste de la pampa bonaerense conserva todavía muchos vestigios de lo que fue un viejo almacén de ramos generales. Un lugar al que acudían los vecinos de las chacras cercanas en busca de mercaderías para el consumo y todo lo que hiciera falta para las tareas rurales porque como cuenta su dueño Dino Gianmaría había de todo, desde un molino hasta lazos, alambres, etc.
Tres días duró el remate de la parte de ramos generales, antes de que Dino fuera propietario el cual siguió con la parte de almacén hasta hace muy poco tiempo, ahora solo abre un ratito como “para entretenerse” y vender alguna bebida a algún ocasional parroquiano.
Paraje La Vanguardia, es uno de los lugares que testimonian el pasado reciente por su estructura gigante en medio de la nada, sus estanterías interminables pero por sobre todas las cosas por Dino.
Su lenguaje está en vías de extinción una mezcla de español con italiano, de argentino o de porteño con italiano, lo que algunos le llamaban cocoliche, quizás unos de los últimos en hablar ese idioma porque puede haber gente que venga de Italia, pero hablará en español o en italiano no en la mezcla de los dos. Para los administradores de GQTVA que tienen sangre italiana es toda una mezcla de emoción y orgullo, como algo que lo sentimos nuestro aunque nunca lo vivimos como aquel abuelo que se nos murió antes de que naciéramos, algo que sabemos que pasó mucho antes pero que lo sentimos como propio.
Dino partió de Italia en su adolescencia, vivió casi un mes en el barco y llegó al Río de la Plata el 28 de Septiembre de 1951, justo cuando en Buenos Aires se desataba el primer intento de derrocamiento que sufrió el gobierno de Perón, lo que lo obligó a quedarse unos días en Uruguay, luego llegó a Boulogne donde trabajó de albañil y al poco tiempo estaba manejando una línea de colectivo que recorría desde Olivos hasta el centro, más o menos lo que hoy sería la línea 152 (no estamos seguro de este dato), y por un capricho del destino en los acontecimientos de 1955, le tocó llevar gente a Plaza de Mayo bajo las bombas de la llamada revolución libertadora.
Luego cuando se empezó a complicar el trabajo buscó el sosiego por estos lugares donde ya tenía parientes y se estableció definitivamente en este paraje.
Tío de una mujer famosa que lleva su mismo apellido, que supo actuar junto a un capocómico conocido, aprovecha para volver cada tanto a capital pero como el mismo dice ya no es igual, “antes te tomaba el tranvía que iba a la Boca (de pie) mirabas el partido y te volvías tranquilo para el centro, tomabas algo y te volvías en tren”, “ahora se vive distinto…” recuerda, mientras describe una Buenos Aires impensada con solo tres líneas de subte, colectivos que no frenaban bien o que había que bajarse a empujarlos.
Para GQTVA es un honor compartir esta nota con un pedazo de historia como Dino, escucharlo hablar, no interrumpirlo es un regocijo para el alma.




2 comentarios:

Bocha... el sociólogo dijo...

Toc - toc permiiiiiso... ¿se puede?

Perdón, pero al leer la historia de Dino, recordé la historia de mi visabuelo, que como muchos escribieron entre tragedia y romances la historia de cada rincón de Argentina; en el caso del visa Bocha enamoró a una paisana de la alta alcurnia Cordobesa... a mi visa Bocha, ja... ¡¡viejos pícaros!!

Felicitaciones por el blog, te linkeo... y te espero por mi taller blog. Sino tenés moto, no importa, siempre hay mate para las visitas :)

Saludos rituales, Bocha.

PD: ahhhhh!!!! Cecilia es la responsable de que haya pasado, por que me dijo: "Golpeá que te van a abrir".

golpea-quetevanabrir.blogspot.com dijo...

Muchas gracias Bocha, si Cecilia es la decana de los Blogs colonense, si este tipo de personajes como Dino es para sentarse a escuchar, yo traté de resumir porque veo que si los post son muy largos resultan un poco tediosos y no los leen, pero son personas increíbles, con miles de vivencias, imaginate que venirse de Italia tan chico, recalar acá en buenos aires y terminar viviendo en esa paz, es para escribir mucho más.
Gracias de nuevo Bocha, saludos.
Federico